Continua con tu vida porque la vida continua sin ti.
No te engañes a ti misma. La vida no se acaba por aquella persona que apareció desordenándolo todo y luego se fue sin decir adiós. Porque, si no hubieses conocido a ese alguien, tu camino seguría siendo igual. Vale, puede que te hiciese reir llorando y llorar riendo; que te hiciese sentir el ser más dichoso y maravilloso de la faz de la Tierra. Pero, si se acabó yendo, o te hizo el más mínimo daño, no merece la pena. Si has o estás limpiando tu corazón con lágrimas dedicadas a ese ser que una vez estuvo y se fue mientras tu cabeza descansa sobre tus flágidas rodillas y tu cuerpo se congela por la frialdad del duro suelo, límpiatelas. Y sonríe mientras tus piernas se fortalecen un poco más y consiguen ponerse en pie. Puede que no puedas retroceder y eliminar esos maravillosos recuerdos y los posteriores llantos, pero sí puedes andar hacia delante y dejar atrás ese desorden tan bueno, y al mismo tiempo tan nefasto, que aquel ser indeseable provocó en tu camino. Y no permitas que otra persona la desordene de la misma manera, pues de los errores y de lo que se pierde se aprende.
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