Brindemos.
Hoy brindo por el mar de tus ojos, que ya no me hipnotiza porque te hallas lejos.
Hoy brindo por esa sonrisa que me partía la cara en dos, dedicada a ti, que hoy sólo son escombros tras la batalla.
Por el jazz en el ambiente y el rock eclosionado cuando éramos uno.
Por tu risa, que hinchaba mi alma y hoy ya ves, sigue marchita.
Por las caricias sin previo aviso que me dabas, que resultaron ser espinas de rosas, rosas negras, preciosas, pero fulminantemente peligrosas.
Por ti, que estás lejos.
Por mí, que ahora la rosa negra soy yo.
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