Outside. Inside.
A simple vista ella es una adolescente como otra cualquiera, feliz, sin prejuicios. Ella es la que ríe las bromas de sus crueles compañeros, la que siempre está ahí para los demás. A simple vista ella está a gusto con su físico, a simple vista ella se ve bien. Exteriormente, ella es una chica sana, sin problemas. En definitiva, a simple vista ella es una persona cualquiera experimentando una vida de ensueño.
Pero, ¿y si nos internamos un poco? Vemos las primeras cicatrices, aquellas más antiguas y que ya se han exteriorizado un poco, aquellas que podemos ya tocar sin hacerle mucho daño. Aquellas son las cicatrices de hace años, cuando empezó a ir independientemente, cuando empezó a relacionarse, cuando empezó el colegio.
¿Y si nos internamos un poco más? Podremos ver más cicatrices, más verdes. Si las tocamos, notamos como ella comenzará a llorar bajo sus sábanas, como cada tarde. Aquellas son las cicatrices hechas por falsas personas, aquellas que le juraban amistad eterna y que por detrás, si te he visto, ni me acuerdo. Son las cicatrices formadas por personas que solo la utilizaban. Son las cicatrices de la cruda y cruel realidad.
¿Y si vamos más allá? Vemos las cicatrices más profundas. Las que de verdad duelen. ¿Creadas por quién? Por el amor. El tener que amar en silencio por miedo al rechazo, crea las cicatrices más hondas y difíciles de curar. Piensa: ''¿Y si no le gusto? ¿Y si se ríe en mi cara?''. Esto es muy difícil para esa chica. Tanto amor que dar, y ni un solo ser que la corresponda.
Si miramos la comisura de sus labios, esbozan una sonrisa. Pero, ¿y si miramos en su corazón? Está lleno de cicatrices, aquellas formadas por una sociedad hipócrita y superficial.
¿Esa chica? Es de lo más fuerte que hay, y, si no se rinde, conseguirá cumplir todos y cada uno de sus sueños. Y por fin su sonrisa será verdadera.
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