En estos 18 años de vida que llevo, muchos de los cuales con el pensamiento crítico muy desarrollado, me he dado cuenta de varias cosas que no hacen más que incrementar mis deseos de poder cambiar el mundo de una vez por todas.
La gente tiene miedo. Miedo a los cambios. A hablar libremente sobre sus pensamientos, sobre su moral, sobre el amor, sobre el sexo, sobre la libertad.
Hay días que escucho varias veces: "Tienes la lengua muy larga, Ana (sí, me llaman así, qué le vamos a hacer), está muy bien que defiendas tus ideales, pero no en la calle." Pero, si no es en las calles, ¿entonces dónde? ¿Se lo grito a mi almohada? ¿Qué cambio puedo llegar a conseguir con eso?
Cada vez que expreso mi aprensión al amor romántico, me dicen: "Eso es porque nunca te has enamorado, cuando lo hagas ya verás." Ante esto, ¿qué debería hacer? ¿Reír? ¿Llorar?
Ya veré ¿qué? ¿La sumisión que por norma hemos de mostrar? ¿Las alas cortadas? ¿La dependencia emocional que las relaciones monógamas impuestas supone? ¿Aceptar que todxs tenemos una media naranja? No, yo soy una persona completa, libre e insumisa. Una pareja sólo ha de sumarme, no complementarme.
"Cuando tengas que conformarte con cualquier trabajo para poder sobrevivir se te van a olvidar todos esos pájaros que tienes en la cabeza." ¿Por dónde empiezo? Pertenezco a la clase obrera, y por si fuera poco, soy mujer. Soy la minoría en este asqueroso sistema capitalista, clasista y heteropatriarcal. Mi trabajo va a tener una menor remuneración y voy a estar con el temor de llegar a decidir ser algún día madre, porque eso supondría un despido inminente. ¿Y debería callar? Por supuesto que no, nací gritando y moriré gritando.
"Los hombres también sufren discriminación, en el sector de la dependencia casi nadie nos quiere y en caso de divorcio siempre os quedáis vosotras con la custodia de los niñxs". Tradicionalmente, las mujeres son las que estaban en casa y habían de encargarse de los cuidados de los niñxs y lxs mayores, por lo que los hombres sufren las consecuencias de sus privilegios también. Quedarnos con los niñxs o a cargo de los cuidados de gente con diversidad funcional no es nuestro privilegio, es el cargo que hemos tenido sobre nuestros hombros siempre.
Los hombres claro que sufren discriminación, pero de su propio sistema. Un hombre no puede llorar, ni ser afeminado, ni desempeñar trabajos tradicionalmente de mujeres, ¿pero os habéis preguntado por qué? Por el sistema heteropatriarcal, el sistema vejatorio más antiguo de la historia de la humanidad. Los hombres han de ser machotes, desprender testosterona allá por dónde vayan, jamás llorar ni mostrar ni un sólo signo de debilidad, ni aspectos "afeminados" porque eso, ¿en qué los convertiría? En maricones. En "eso no es ser un hombre de verdad."
Nauseabundo, ¿verdad?
¿Que las mujeres también cometen agresiones machistas? Por supuesto, pero por pura alienación de tantos siglos bajo el yugo patriarcal. Sí, llamar puta, guarra, zorra y un largo etcétera a una chica sólo porque vive su sexualidad como le venga en gana, es violencia machista. No intencionado, claro, porque en esas reacciones intervienen muchos factores: el amor romántico, la monogamia socialmente impuesta...
Por supuesto, yo soy la primera que admite tener conductas alienadas, sigo en constante desalienación. Me considero feminista, pero no estoy totalmente formada, todavía no. Me faltan aliadxs, creo yo.
Y por supuesto, esto es una corta introducción a todo lo que a unas pocas personas como yo ven lo podrido en el mundo.
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