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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Brindemos.

Hoy brindo por el mar de tus ojos, que ya no me hipnotiza porque te hallas lejos. Hoy brindo por esa sonrisa que me partía la cara en dos, dedicada a ti, que hoy sólo son escombros tras la batalla. Por el jazz en el ambiente y el rock eclosionado cuando éramos uno. Por tu risa, que hinchaba mi alma y hoy ya ves, sigue marchita. Por las caricias sin previo aviso que me dabas, que resultaron ser espinas de rosas, rosas negras, preciosas, pero fulminantemente peligrosas. Por ti, que estás lejos. Por mí, que ahora la rosa negra soy yo.

Alive.

Saltó por la ventana de su habitación como cada noche, cuando la luna se encontraba en lo alto y ya escuchaba los ronquidos de sus progenitores. Comenzó a andar en cuanto sus pies hubieron tocado el suelo mientras encendía un cigarrillo, inhalando profundamente su humo segundos después. Su cuarto era la tercera parte de su criptonita, le faltaba la respiración cada vez que allí se hallaba, las paredes parecían reírse de ella y aquellas fotos... Nunca se atrevió a tirarlas, dejar que el fuego las purificase y pasasen al aire que ella tendría que respirar. Y así tener la sensación de que su perfume, y por lo tanto él, se encuentran siempre con ella, como la camiseta que hace meses no se quita. Porque era mía. Su mente regresó a aquel día en que todo cambió, cuando había posado su mano sobre el corazón y sus rodillas se unieron con el frío suelo que desde ahora sería mi hogar. To...