Mis padres no son mis padres y yo... no soy yo.
Silencio absoluto. Tenemos que hablar dijeron, pero no lo hacían. Mi frustración no conocía límites.
―¿Y bien?―mi impaciencia era superior a mí.
―La paciencia no es lo tuyo, ¿eh?―Malik seguía serio, pero pude percibir cierta diversión en sus ojos. Yo estaba aterrada, deseando que soltaran ya lo que fuese y acabar con esto y él... ¿En serio?
―Cállate, Malik―espeté muy fuera de mí.
―¡Bel!―exclamó mi madre con sorpresa en sus ojos―. Cuando te calmes, hablamos.
―¡Oh, vamos! Llevamos aquí...―todos los allí presentes me asesinaron con la mirada―. Vale, vale...―me rendí.
Respiré paulatinamente cual embarazada apunto de dar a luz. Conseguí calmarme, pero el silencio seguía, así que tuve que volver a mi tarea de relajación un corto tiempo más.
―Bien...―trató de comenzar mi progenitora. Podía ver el miedo en su mirada―. Esto es muy difícil para todos, así que no interrumpas, ¿vale?―no espero mi respuesta y continuó―. Papá y yo no somos tus padres, nosotros sólo te cuidamos hasta... que estuvieses lista, o sea, hoy. Tú y los Malik sois wizangels y nosotros... Bueno, simples humanos con algo especial. Zayn es tu wizangel protector y te estuvo velando todo este año sin que tú lo supieses, ya que en los últimos años has desarrollado unas cualidades muy peculiares, algo que no pasa desapercibido para los wizdemons, que quieren que caigas. Y... eso es todo.
Procesé toda la información a una velocidad que me sorprendió. Salí del estado de shock e intenté buscar la calma, si es que me quedaba.
―O sea, que soy algo así como una maga medio ángel... Lo que me hace suponer que uno de mis... padres es mago y el otro ángel, ¿me equivoco?―todos asintieron, preparándose para la III Guerra Mundial―. Mis... Bueno, estos señores son algo así como muggles―pensar en Harry Potter sin duda me ayudaría― y yo, digamos que soy como Potter, ¿no?―volvieron a asentir―. Y los wizdemons son algo así como Tom Riddle y sus secuaces―sus miradas se volvieron interrogantes, por eso añadí―: Lord Voldemort, el que no tiene nariz―en sus ojos se notaba que me iban pillando―. Por último, entiendo que Zayn es algo así como mi ángel guardián―aguardé unos segundos volviendo a procesar las palabras de mi ''madre'', para ver si lo captaba del todo bien―. Vale, lo entiendo... creo―intenté sonreír, pero estoy segura de que sólo formé una mueca espantosa―. Bien, solamente tengo dos preguntas.... Tres―me retracté.
―Suéltalas―Zayn esbozó una sonrisa. Sus ojos aún estaban asombrados. Lo sé.
―¿Tú qué eres? ¿Un ángel, un wizangel o un mago? En esa parte me perdí.
―¿Tú qué crees?―maldito idiota, es de mala educación contestar con otra pregunta. Subnormal sonrió como si hubiese averiguado lo que por mi mente pasaba―. Un wizangel para proteger... de la clase obrera, por así decirlo...―me había leído el cerebro, santa mierda.
―Y yo la puta Diosa, vale, lo pillo―sonreí malévolamente. Esto por leerme la mente, hijo de tu analfabeta madre.
―Creída―me fulminó con la mirada. Sin duda alguna, se había ofendido por mis pensamientos. No me leas la mente y no volverás a molestarte con mis palabras le saqué la lengua en señal de burla, cual niña pequeña enfurruñada. Pero no contesté.
―Luego formularé las otras preguntas que se me acaban de ocurrir, pero ahora las dos que me quedan.
―Adelante―me instó la señora que dijo ser mi madre desde que tengo memoria.
―Dijiste que erais algo así como humanos con cualidades especiales, ¿tenéis nombre?
―Pues la verdad es que no.
―¡Oh! Pues... luego os lo pongo yo―todos alzaron una ceja, incrédulos―¡Oh, vamos! Soy buena en eso, no me lo neguéis.
―¿Y la última?―gruñó el marido de la señora a la que yo llamaba mamá. Dios mío, siempre de mal humor.
―¿Qué cualidades tengo?
―Luego hablaremos de eso, ahora te vienes a mi casa. En un espacio más pequeño me es más fácil vigilarte.
Dicho esto, Zayn se levantó, pero yo me quedé en mi sitio. Tenía otra pregunta que formular. E iba a hacerlo.
―¿Qué cualidades tenéis...
Zayn, al ver que no movía ni un sólo músculo, me cogió cual saco de patatas. Estaba demasiado fuera de mí como para hacer caso a las dichosas corrientes eléctricas que me provocaba su tacto.
―¡Idiota, suéltame!
―¡No! ¡Y cállate! Yo te lo contaré todo.
Me dejó en el suelo, pero nunca soltó mi cintura mientras abría la puerta del copiloto del vehículo. No subía, no me daba la gana, quería quedarme así siempre, con su contacto. Me negaba a hacerlo. Exasperado, comenzó a tratarme cual preso y me bajó la cabeza, empujándome hacia el interior del coche lentamente. O subía, o me mataba. Me mataba. Nah, es broma. Me acomodé en el asiento mientras el cerraba la puerta con seguro, temiendo que fuese a escaparme. Lo quitó antes de subirse él y volvió a ponerlo en cuanto arrancó el motor. Me puse el cinturón.
―¿Soy inmortal?
―¿Tú qué crees?
―¿Otra vez con esas? Porque estás conduciendo, que sino...
Frenó el coche en un movimiento muy brusco.
―¿Sino qué?―levanté mi mano para darle una bofetada, pero en apenas una milésima de segundo me encontraba contra el vidrio de mi puerta y sus labios estaban sobre los míos. Mariposas, un jodido zoológico se movió en mi interior. Las corrientes eléctricas pasaron los cien mil voltios y mi corazón sobrepasó los 120 latidos por minuto. Pero no podía seguirle el beso, eso sería ponérselo fácil. Me quedé quieta hasta que desistió. Se apartó y por fin pude darle la hostia en su hermosa cara. Mis dedos parecieron quedarse ahí aún cuando mi mano se encontraba en mi boca, de lo sorprendida que estaba. Carcajeó y de nuevo volvió a arrancar el coche.
Iba más lento de lo normal. O no, pero seguro que no me daba cuenta, pues estaba absorta recordando el tacto de sus labios en los míos. Excelente. Perfecto. Se notaba que tenía experiencia.
Poco a poco caí en brazos de Morfeo.
―Bel, no te escondas, vamos a encontrarte igualmente. Y serás nuestra―aquella grave voz que tan lenta hablaba, tan familiar me era y tan sexy resultaba para mis oídos, me daba ganas de acercarme y permitir que siguiese hablándome por los siglos de los siglos.
Frené bruscamente. No se oía nada, pero no podía confiarme. Saqué aquel palo inútil que me habían dado y comencé a correr de nuevo. Deseosa de ponerme a salvo de una vez por todas.
Una sombra a unos cinco metros. Mierda, ¿por dónde había sido capaz de adelantarme? ¿O es que había más sanguijuelas?
―Aquí estás, bonita...―me quedé helada. Era la misma voz que había escuchado cuando me intentaron raptar el día del partido―¿Sabes? Me fue más difícil de lo que pensaba. Pero no eres tan buena como lo eran tus padres―en casa de Zayn había visto una foto de ellos conmigo en brazos. Y era feliz. Que hablase como si él los conociese me llenó de furia y me di la vuelta en una milésima de segundo. Rápida. Letal.
Se encontraba contra la pared. Esbozó una sonrisa que dejaba libre unos adorables hoyuelos. Sus labios eran muchísimo más carnosos que los míos, y estaban ligeramente humedecidos, lo cual me hacía babear mentalmente. Quité mis ojos de esa parte de su cara y me fijé en las esmeraldas que empleaba para ver. Para desnudarte con la mirada. Bueno, intentar desnudarte con la mirada. En menos de lo que había tardado yo en arrinconarlo, me encontraba yo contra la fría pared.
―Impredecible a veces, pero descuidas tu escudo, bonita―me tocó la mejilla suavemente con una de sus gigantescas manos. Me fue imposible no acercar mi cara hacia ella―. Eres tan irresistible... tan ingenua por veces... Ahora entiendo a Malik―pronunció su nombre con asco. La magia del momento creada por su tacto se rompió tan pronto como se formó. Me revolví en mi encerrona. Quería matarlo. Zayn...―Oh... ¿Te he ofendido? Qué pena me das, preciosa...―carcajeó con sorna, cosa que me enfureció más.
―Idiota―escupí las palabras, literalmente. Pero no cedió en su agarre. En vez de eso, me miró con lujuria, con necesidad. ¿Qué coño le pasa a este gilipollas? Le acabo de escupir en la cara―Dime tu nombre y mátame ya, ¿a qué...
Me besó. No sentía lo mismo que cuando lo hizo Zayn, pero sí que sus labios expertos me llevaban a otro mundo. Lo que empezó suavemente, fue incrementando su fuerza hasta que su camisa y la mía fueron fuera. Y así fue como, después de parar para recuperar oxígeno, me liberó y se fue por donde había aparecido, dejándome con su camisa en la mano y con el sabor de nuestro húmedo beso en los labios.
Los wizdemons también se enamoran susurró el dichoso engendro del mal en mi mente. Fuera, fuera... Soy Edward, y pronto serás mía... Mía...
―Bel, Bel... Vamos, despierta, hemos llegado―abrí mis ojos. No me encontraba en aquel espantoso lugar, me encontraba en el coche de Zayn. A salvo. Sonreí y lo abrecé―¿Tuviste una pesadilla?―asentí con la cabeza sobre su hombro. Él me estrechó con fuerza y después me cogió en volandas hasta que en el interior me depositó en el suelo. Tuve que agarrarme para no caer. Todo mi cuerpo estaba entumecido.
¿Cuánto había dormido en esa posición? Miré por la ventana. Mierda, era de noche. Supongo que Zayn había estado dando vueltas para comprobar que no nos siguiesen, o para dejarme dormir. Veía lo primero más probable.
―Tuve que dar varios rodeos para estar seguro y dejarte dormir un poco―se encogió de hombros y esa declaración destruyo la mitad de mi muro anti-amor.
El muchacho se acercó a mí y me tendió la mano, guiándome escaleras arriba hasta, lo que supuse, su cuarto. Nos sentamos en la cama. Estaba preparándome para el torrente de preguntas que comenzaría a lanzar como si de tirar granadas en una guerra se tratase.
―Mañana, Bel, mañana prometo que resolveré todas tus dudas. Ahora descansa. Buenas noches―en menos de lo que canta un gallo, me encontraba siendo arropada por Malik, recibiendo un beso en la frente y otro en los labios antes de tenderse a mi lado. ¿Cómo iba a dormir así?
Inimaginablemente, caí de nuevo rendida ante Morfeo. La pesadilla―sueño húmedo―con ese tal Edward continuó atormentando mi sueño, pero no sentía miedo. Sólo confusión. Parecía tan real...
Un ruido nos llevó lejos del Dios del sueño al mismo tiempo. Zayn corrió al lugar de procedencia de ese estruendo. Yo sólo comencé a ver negro y a escuchar una grave y sexy voz susurrar en mi oído Mía...
―¿Y bien?―mi impaciencia era superior a mí.
―La paciencia no es lo tuyo, ¿eh?―Malik seguía serio, pero pude percibir cierta diversión en sus ojos. Yo estaba aterrada, deseando que soltaran ya lo que fuese y acabar con esto y él... ¿En serio?
―Cállate, Malik―espeté muy fuera de mí.
―¡Bel!―exclamó mi madre con sorpresa en sus ojos―. Cuando te calmes, hablamos.
―¡Oh, vamos! Llevamos aquí...―todos los allí presentes me asesinaron con la mirada―. Vale, vale...―me rendí.
Respiré paulatinamente cual embarazada apunto de dar a luz. Conseguí calmarme, pero el silencio seguía, así que tuve que volver a mi tarea de relajación un corto tiempo más.
―Bien...―trató de comenzar mi progenitora. Podía ver el miedo en su mirada―. Esto es muy difícil para todos, así que no interrumpas, ¿vale?―no espero mi respuesta y continuó―. Papá y yo no somos tus padres, nosotros sólo te cuidamos hasta... que estuvieses lista, o sea, hoy. Tú y los Malik sois wizangels y nosotros... Bueno, simples humanos con algo especial. Zayn es tu wizangel protector y te estuvo velando todo este año sin que tú lo supieses, ya que en los últimos años has desarrollado unas cualidades muy peculiares, algo que no pasa desapercibido para los wizdemons, que quieren que caigas. Y... eso es todo.
Procesé toda la información a una velocidad que me sorprendió. Salí del estado de shock e intenté buscar la calma, si es que me quedaba.
―O sea, que soy algo así como una maga medio ángel... Lo que me hace suponer que uno de mis... padres es mago y el otro ángel, ¿me equivoco?―todos asintieron, preparándose para la III Guerra Mundial―. Mis... Bueno, estos señores son algo así como muggles―pensar en Harry Potter sin duda me ayudaría― y yo, digamos que soy como Potter, ¿no?―volvieron a asentir―. Y los wizdemons son algo así como Tom Riddle y sus secuaces―sus miradas se volvieron interrogantes, por eso añadí―: Lord Voldemort, el que no tiene nariz―en sus ojos se notaba que me iban pillando―. Por último, entiendo que Zayn es algo así como mi ángel guardián―aguardé unos segundos volviendo a procesar las palabras de mi ''madre'', para ver si lo captaba del todo bien―. Vale, lo entiendo... creo―intenté sonreír, pero estoy segura de que sólo formé una mueca espantosa―. Bien, solamente tengo dos preguntas.... Tres―me retracté.
―Suéltalas―Zayn esbozó una sonrisa. Sus ojos aún estaban asombrados. Lo sé.
―¿Tú qué eres? ¿Un ángel, un wizangel o un mago? En esa parte me perdí.
―¿Tú qué crees?―maldito idiota, es de mala educación contestar con otra pregunta. Subnormal sonrió como si hubiese averiguado lo que por mi mente pasaba―. Un wizangel para proteger... de la clase obrera, por así decirlo...―me había leído el cerebro, santa mierda.
―Y yo la puta Diosa, vale, lo pillo―sonreí malévolamente. Esto por leerme la mente, hijo de tu analfabeta madre.
―Creída―me fulminó con la mirada. Sin duda alguna, se había ofendido por mis pensamientos. No me leas la mente y no volverás a molestarte con mis palabras le saqué la lengua en señal de burla, cual niña pequeña enfurruñada. Pero no contesté.
―Luego formularé las otras preguntas que se me acaban de ocurrir, pero ahora las dos que me quedan.
―Adelante―me instó la señora que dijo ser mi madre desde que tengo memoria.
―Dijiste que erais algo así como humanos con cualidades especiales, ¿tenéis nombre?
―Pues la verdad es que no.
―¡Oh! Pues... luego os lo pongo yo―todos alzaron una ceja, incrédulos―¡Oh, vamos! Soy buena en eso, no me lo neguéis.
―¿Y la última?―gruñó el marido de la señora a la que yo llamaba mamá. Dios mío, siempre de mal humor.
―¿Qué cualidades tengo?
―Luego hablaremos de eso, ahora te vienes a mi casa. En un espacio más pequeño me es más fácil vigilarte.
Dicho esto, Zayn se levantó, pero yo me quedé en mi sitio. Tenía otra pregunta que formular. E iba a hacerlo.
―¿Qué cualidades tenéis...
Zayn, al ver que no movía ni un sólo músculo, me cogió cual saco de patatas. Estaba demasiado fuera de mí como para hacer caso a las dichosas corrientes eléctricas que me provocaba su tacto.
―¡Idiota, suéltame!
―¡No! ¡Y cállate! Yo te lo contaré todo.
Me dejó en el suelo, pero nunca soltó mi cintura mientras abría la puerta del copiloto del vehículo. No subía, no me daba la gana, quería quedarme así siempre, con su contacto. Me negaba a hacerlo. Exasperado, comenzó a tratarme cual preso y me bajó la cabeza, empujándome hacia el interior del coche lentamente. O subía, o me mataba. Me mataba. Nah, es broma. Me acomodé en el asiento mientras el cerraba la puerta con seguro, temiendo que fuese a escaparme. Lo quitó antes de subirse él y volvió a ponerlo en cuanto arrancó el motor. Me puse el cinturón.
―¿Soy inmortal?
―¿Tú qué crees?
―¿Otra vez con esas? Porque estás conduciendo, que sino...
Frenó el coche en un movimiento muy brusco.
―¿Sino qué?―levanté mi mano para darle una bofetada, pero en apenas una milésima de segundo me encontraba contra el vidrio de mi puerta y sus labios estaban sobre los míos. Mariposas, un jodido zoológico se movió en mi interior. Las corrientes eléctricas pasaron los cien mil voltios y mi corazón sobrepasó los 120 latidos por minuto. Pero no podía seguirle el beso, eso sería ponérselo fácil. Me quedé quieta hasta que desistió. Se apartó y por fin pude darle la hostia en su hermosa cara. Mis dedos parecieron quedarse ahí aún cuando mi mano se encontraba en mi boca, de lo sorprendida que estaba. Carcajeó y de nuevo volvió a arrancar el coche.
Iba más lento de lo normal. O no, pero seguro que no me daba cuenta, pues estaba absorta recordando el tacto de sus labios en los míos. Excelente. Perfecto. Se notaba que tenía experiencia.
Poco a poco caí en brazos de Morfeo.
―Bel, no te escondas, vamos a encontrarte igualmente. Y serás nuestra―aquella grave voz que tan lenta hablaba, tan familiar me era y tan sexy resultaba para mis oídos, me daba ganas de acercarme y permitir que siguiese hablándome por los siglos de los siglos.
Frené bruscamente. No se oía nada, pero no podía confiarme. Saqué aquel palo inútil que me habían dado y comencé a correr de nuevo. Deseosa de ponerme a salvo de una vez por todas.
Una sombra a unos cinco metros. Mierda, ¿por dónde había sido capaz de adelantarme? ¿O es que había más sanguijuelas?
―Aquí estás, bonita...―me quedé helada. Era la misma voz que había escuchado cuando me intentaron raptar el día del partido―¿Sabes? Me fue más difícil de lo que pensaba. Pero no eres tan buena como lo eran tus padres―en casa de Zayn había visto una foto de ellos conmigo en brazos. Y era feliz. Que hablase como si él los conociese me llenó de furia y me di la vuelta en una milésima de segundo. Rápida. Letal.
Se encontraba contra la pared. Esbozó una sonrisa que dejaba libre unos adorables hoyuelos. Sus labios eran muchísimo más carnosos que los míos, y estaban ligeramente humedecidos, lo cual me hacía babear mentalmente. Quité mis ojos de esa parte de su cara y me fijé en las esmeraldas que empleaba para ver. Para desnudarte con la mirada. Bueno, intentar desnudarte con la mirada. En menos de lo que había tardado yo en arrinconarlo, me encontraba yo contra la fría pared.
―Impredecible a veces, pero descuidas tu escudo, bonita―me tocó la mejilla suavemente con una de sus gigantescas manos. Me fue imposible no acercar mi cara hacia ella―. Eres tan irresistible... tan ingenua por veces... Ahora entiendo a Malik―pronunció su nombre con asco. La magia del momento creada por su tacto se rompió tan pronto como se formó. Me revolví en mi encerrona. Quería matarlo. Zayn...―Oh... ¿Te he ofendido? Qué pena me das, preciosa...―carcajeó con sorna, cosa que me enfureció más.
―Idiota―escupí las palabras, literalmente. Pero no cedió en su agarre. En vez de eso, me miró con lujuria, con necesidad. ¿Qué coño le pasa a este gilipollas? Le acabo de escupir en la cara―Dime tu nombre y mátame ya, ¿a qué...
Me besó. No sentía lo mismo que cuando lo hizo Zayn, pero sí que sus labios expertos me llevaban a otro mundo. Lo que empezó suavemente, fue incrementando su fuerza hasta que su camisa y la mía fueron fuera. Y así fue como, después de parar para recuperar oxígeno, me liberó y se fue por donde había aparecido, dejándome con su camisa en la mano y con el sabor de nuestro húmedo beso en los labios.
Los wizdemons también se enamoran susurró el dichoso engendro del mal en mi mente. Fuera, fuera... Soy Edward, y pronto serás mía... Mía...
―Bel, Bel... Vamos, despierta, hemos llegado―abrí mis ojos. No me encontraba en aquel espantoso lugar, me encontraba en el coche de Zayn. A salvo. Sonreí y lo abrecé―¿Tuviste una pesadilla?―asentí con la cabeza sobre su hombro. Él me estrechó con fuerza y después me cogió en volandas hasta que en el interior me depositó en el suelo. Tuve que agarrarme para no caer. Todo mi cuerpo estaba entumecido.
¿Cuánto había dormido en esa posición? Miré por la ventana. Mierda, era de noche. Supongo que Zayn había estado dando vueltas para comprobar que no nos siguiesen, o para dejarme dormir. Veía lo primero más probable.
―Tuve que dar varios rodeos para estar seguro y dejarte dormir un poco―se encogió de hombros y esa declaración destruyo la mitad de mi muro anti-amor.
El muchacho se acercó a mí y me tendió la mano, guiándome escaleras arriba hasta, lo que supuse, su cuarto. Nos sentamos en la cama. Estaba preparándome para el torrente de preguntas que comenzaría a lanzar como si de tirar granadas en una guerra se tratase.
―Mañana, Bel, mañana prometo que resolveré todas tus dudas. Ahora descansa. Buenas noches―en menos de lo que canta un gallo, me encontraba siendo arropada por Malik, recibiendo un beso en la frente y otro en los labios antes de tenderse a mi lado. ¿Cómo iba a dormir así?
Inimaginablemente, caí de nuevo rendida ante Morfeo. La pesadilla―sueño húmedo―con ese tal Edward continuó atormentando mi sueño, pero no sentía miedo. Sólo confusión. Parecía tan real...
Un ruido nos llevó lejos del Dios del sueño al mismo tiempo. Zayn corrió al lugar de procedencia de ese estruendo. Yo sólo comencé a ver negro y a escuchar una grave y sexy voz susurrar en mi oído Mía...
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