Lucha y ganarás. Ríndete y perderás.

Tras un largo silencio, no pude más e intenté acabar con todo cuanto antes:

―Tú, en el fondo, eres como yo; y yo como tú. Lo sabemos. Tú no quieres que hagan daño a la compasiva, tú me vengas incondicionalmente. Yo te anestesio, yo te hago esperar, yo te hago tener esperanza... pero...―me escrutaba con su infernal mirada, no podía continuar sin que me temblara la voz.

―¿Pero?

Me armé de valor y seguí, sin dudar:

―Tú siempre tendrás más miedo que yo. El sacar doble sentido a las cosas procede del temor. Sí, siendo él totalmente justificado, lo admito; pero sin riesgo no hay victoria, y sin dolor no se aprecia la felicidad.

―¿Qué estás insinuando? ¿Ya...―su voz era ahora temblorosa, sus ojos desprendían temor, pero no lo dejé continuar.

―Para. ¿Es que no lo ves? ME ESTÁS MATANDO. Cada vez que alguien se acerca a mí me cohíbes para que active mis alertas, sin dar oportunidades. Cada vez que alguien se arrepiente, tú me sujetas como si fuese un débil bebé. Me asfixio, quiero que te vayas. No puedo convivir con alguien tan poco tolerante, sacas lo peor de mi. Quiero... quiero...―otra vez comencé a titubear. ¿Por qué esto es tan difícil?

―Quieres que me largue y no vuelva.

―Sí.

―¿Entonces se ha acabado?―iba alejándose cada vez más.

―Se ha terminado.―cerro la puerta tras de sí, dejándome sola.

Y así fue como, no sin extrañarlo numerosas veces, vencí a mi lado oscuro. Así fue como me quité la soga del cuello y conseguí ser feliz.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Obtusos.

Own hell.

Empty