Lucha y ganarás. Ríndete y perderás.
Tras un largo silencio, no pude más e intenté acabar con todo cuanto antes: ―Tú, en el fondo, eres como yo; y yo como tú. Lo sabemos. Tú no quieres que hagan daño a la compasiva, tú me vengas incondicionalmente. Yo te anestesio, yo te hago esperar, yo te hago tener esperanza... pero...―me escrutaba con su infernal mirada, no podía continuar sin que me temblara la voz. ―¿Pero? Me armé de valor y seguí, sin dudar: ―Tú siempre tendrás más miedo que yo. El sacar doble sentido a las cosas procede del temor. Sí, siendo él totalmente justificado, lo admito; pero sin riesgo no hay victoria, y sin dolor no se aprecia la felicidad. ―¿Qué estás insinuando? ¿Ya...―su voz era ahora temblorosa, sus ojos desprendían temor, pero no lo dejé continuar. ―Para. ¿Es que no lo ves? ME ESTÁS MATANDO. Cada vez que alguien se acerca a mí me cohíbes para que active mis alertas, sin dar oportunidades. Cada vez que alguien se arrepiente, tú me sujetas como si fuese un débil bebé. Me asfixio, quiero qu...